martes, 2 de agosto de 2011

Manuel Gómez Morin: El Héroe Civil III

Aminadab Rafael Pérez Franco

Gómez Morin el fundador del PAN


Pasamos ahora a describir la obra política cumbre de Manuel Gómez Morin: Nacional. El Partido Acción Nacional inició formalmente su participación en la vida pública el 14 de septiembre de 1939. En esa fecha dieron principio los trabajos de la Asamblea Constitutiva, la cual se realizó en el Frontón México de la capital de la República y cuyas sesiones se prolongaron hasta el día 17 de dicho mes. Esta Asamblea fue la culminación de las actividades emprendidas por el Comité Nacional Organizador de Acción Nacional que iniciaron en el mes de febrero de ese año. Los miembros del mencionado Comité se dieron a la tarea de organizar giras de proselitismo a lo largo del país, dictar conferencias en las que se analizaba de manera crítica la realidad nacional, distribuir propaganda política y dar a conocer de manera directa el proyecto de Declaración de Principios de la naciente organización.

Es necesario mencionar el antecedente formal más remoto del PAN que se remonta a diez años atrás: En plena campaña electoral de 1929, Gómez Morin reiteró al candidato opositor, José Vasconcelos, sus intenciones de formar un partido político, proyecto que le había expuesto ya unos años antes. Este hecho, por sí solo, echa por tierra las afirmaciones del surgimiento de Acción Nacional como reacción contra el cardenismo unos años después. El mejor testimonio de la existencia de este proyecto desde fines de los años veinte, lo encontramos en los siguientes fragmentos de una carta que Gómez Morin envió a Vasconcelos en noviembre de 1928:

“Ese mismo motivo [una enfermedad de su esposa, Lidia Torres de Gómez Morin]... me ha privado del tiempo necesario y de la libertad espiritual necesaria también para seguir activamente el trabajo de organización del partido que le hablé en la anterior... Hay tantas trabas y tantas dificultades y tantos intereses que se oponen a una acción de esta naturaleza, y que yo ni siquiera sospechaba, que con toda sinceridad tengo de decirle que el resultado de esta primera excursión de mi parte en el terreno político es una profunda desilusión de muchas gentes y, sobre todo de mí mismo...

“La candidatura de usted despierta grande entusiasmo; pero sigo creyendo que cualquier actitud que se asemeje a la de candidato es inconveniente por difícil de sustentar y por fácil de atacar... Improvisar un grupo para jugar su destino como grupo histórico y el destino individual de sus componentes como hombres, me parece indebido por temerario. En cambio, sí se puede hacer una gran labor si llega a constituirse finalmente un grupo que entre de lleno a la política con toda actividad y con todo valor, pero sin que necesite escoger desde luego a un hombre para presidente y cifrar su éxito y su tarea principal en dar el triunfo a ese hombre, así sea el mejor...

“Usted recordará que desde nuestra entrevista en Nueva York, allá por 1925, yo siempre he creído que lo importante para México es lograr integrar un grupo, lo más selecto posible, en condiciones de perdurabilidad, de manera que su trabajo, sin precipitaciones, pueda ir teniendo cada día, por esfuerzo permanente, un valor y una importancia crecientes... No creo en grupos de carácter académico, pero tampoco en clubes de suicidas. Y no porque niegue la eficacia del acto heroico de un hombre que se sacrifica por una idea, sino porque creo que... no sería el sacrificio por una idea, sino el sacrificio de la posibilidad misma de que la idea se realice en algún tiempo...

“Será(n) necesari(as) [para una nueva vida democrática] organizaciones selectas, capaces de adquirir o de desarrollar fuerza bastante para imponer los nuevos principios en un medio que está absolutamente corrompido... Es indispensable que se procure la formación de grupos políticos bien orientados y capaces de perdurar.”

La idea de fundar un partido vasconcelista en 1929 y que trascendiera el proceso electoral nunca fue aceptada por José Vasconcelos. En sus memorias, el ex secretario de Educación Pública y ex rector de la Universidad Nacional da cuenta de una de las discusiones que al respecto tuvo con Manuel Gómez Morin:

“Gómez Morin, de buena fe, trataba de disuadirme del plan de un movimiento insurreccional.

- “Ya saben -me decía- hasta el sitio que usted ha escogido para lanzarse al monte. Y lo dejarán que se vaya al frente de cien hombres, para luego darse el gusto de aprehenderlo y perdonarlo...

- “Es que no me iré al frente de cien hombres, Manuel, ni por donde ellos me pongan celada; basta con que haya rebeldes y ya veré yo el momento oportuno de unírmeles...

- “Más bien debería usted esperar, quedarse aquí a soportar el atropello y a mantener vivo al partido...

- “La tesis de Morrow, Manuel; mucho cuidado, nunca hay que hacer lo que quiere el enemigo. Además ¿Sabe usted lo que la gente creería, lo que se rumora por allí? Que me he prestado a hacer una comedia de acción electoral, para consolidar el callismo y a cambio de algún puesto que me tiren después a la cara... Y tendrían razón los que tal piensan si yo transigiera... Mire, Manuel, le aseguro que de esta gente yo no quiero recibir ni el poder. Me avergonzaría, me obligaría a rectificarme, si mañana ocurriese que reconocen nuestra mayoría electoral y nos entregan el gobierno... No me imagino a mí mismo tomando de esos m... la banda presidencial, tiene que haber una limpia; esa gente no merece el honor de entregar el mando; es urgente arrojarlos del poder.

“Y replicó Manuel: - Es que se van a caer solos, de puro podridos, por eso usted debe organizar un partido que pueda hacerse cargo del porvenir, que tome el mando así ellos caigan...

- “Ni la peor dictadura se cae sola, Manuel; es necesario darle el empujón; de otro modo se eterniza, con la agravante de que cada vez la calidad del dictador baja más. Los pueblos pagan muy caro el no saberse dar a respetar. El proceso de la dictadura siempre es de mal en peor.”

Tiempo después, Gómez Morin, en una de las entrevistas que le hicieron los esposos Wilkie, emitió un juicio terminante sobre este tema:

MGM: “...Yo trabajaba en tareas académicas y de otras clases, muy cerca de Vasconcelos; y en 1929 yo lo acompañé en su campaña.

JW: “Se discute: ¿tuvo Vasconcelos ideología en esa campaña y cuál fue? O ¿no la tuvo?

MGM: “Era sobre todo político el movimiento y no quiso él pensar en la posibilidad de la organización de un partido permanente. Todo se lo jugaba a una sola carta: triunfar en esa campaña o no y, en este caso, organizar una revolución como la de 1910.

JW: “Es muy difícil así.

MGM: “A mí me desterraron en 1929. Entonces nos encontramos en los Estados Unidos él y varios amigos que habían sido expulsados de México también, y le pedimos que volviéramos a México para seguir en el esfuerzo de organizar el partido, como un partido político. Pero no. No estaba él hecho para eso, tenía otra mentalidad.”

Hubieron de transcurrir entonces diez años más para que Gómez Morin viera cristalizar la construcción inicial del instrumento político indispensable para que México pudiera aspirar a tener un sistema político democrático. Las crónicas de laAsamblea Constitutiva de Acción Nacional dan cuenta de los debates que se realizaron así como de los trabajos orientados a conformar un partido político sustentado en principios doctrinarios tales como el respeto a la eminente dignidad de la Persona Humana, la gestión del Bien Común y la preeminencia del interés nacional. Un partido creado para una participación política permanente, con la finalidad de hacer realidad un programa concreto de acción política y cuyos medios de lucha tendrían que ser siempre coherentes con un sistema electoral auténtico, con la vigencia de la legalidad y con el ejercicio democrático del poder público.

Para cumplir con tales fines se pretendía organizar una fuerza política estructurada en cuadros nacionales, regionales, distritales y municipales que funcionaran mediante procedimientos democráticos y directivas de carácter colegiado, diseñados en forma tal que preservaran la Doctrina, el respeto entre órganos estatutarios, la discusión constante de los programas y las estrategias, así como la realización de contiendas abiertas entre compañeros de partido.

Un partido con estas características era, sin duda, una institución novedosa y sin precedente en la vida pública de México; su existencia resultaba ajena por completo a los usos políticos de la época: A fines de los años treinta se apreciaba, por una parte, el proceso de consolidación de un partido creado desde el poder –y en ese sentido oficial-, confundido con el gobierno y estructurado mediante sectores, organizaciones y prácticas corporativas y autoritarias; en contraparte, se tenía una recurrente emergencia de caudillos quienes ofrecían al país una súbita, radical y completa renovación política, amparados tan sólo en su carisma e integridad personales, y que lanzaban a los mexicanos hacia aventuras electorales de incierta efectividad y alto riesgo que demandaron siempre de adhesiones casi incondicionales hacia el líder del movimiento.

Contrario a estas dos alternativas, la existencia del PAN se planteaba como la disponibilidad de un instrumento en manos de los ciudadanos que quisieran desarrollar una actividad cívico-política organizada y permanente. Ni partido construido desde el poder, ni desprendimiento caudillista de corto plazo.

Gómez Morin lo expresó así en su discurso inaugural: “Y es tiempo ya de hablar de Acción Nacional, de sus orígenes, del desenvolvimiento que ha tenido hasta hacerse posible y necesaria la reunión de esta Asamblea. Nació la idea de un grupo de jóvenes, de jóvenes en el umbral de la vida pública, puestos ante la encrucijada de caminos y de solicitaciones, de obstáculos y de repugnancias que siempre, pero más particularmente ahora, se presentan al que empieza a vivir...

Y terminó con otras dos frases de esas que suelen escucharse en las reuniones panistas en toda la República: “Aquí nadie viene a triunfar ni a obtener, sólo un objetivo ha de guiarnos, el de acertar en la definición de lo que sea mejor para México”.

Que nunca falten motivos espirituales en nuestra organización, que la confusión no obscurezca la claridad de su posición doctrinal de fondo, que el ardimiento mismo de la lucha no fomente impaciencias destructoras, que la transacción y la componenda no violen la levantada intransigencia, que la derrota no paralice sino instigue, que el simple apetito no se mezcle jamás con el propósito, que si falta un responsable haya otros muchos para sustituirlo…

Y no pudo ser otra que la de Manuel Gómez Morin, la figura catalizadora capaz de conjuntar en un solo partido a mexicanos tan diversos como los ex funcionarios y vasconcelistas, a los universitarios, a los católicos y a los ciudadanos inconformes con la gestión del general Cárdenas.

Es necesario enfatizar al Gómez Morin menos conocido, justamente al hombre que fue presidente y militante de Acción Nacional. Los más importantes biógrafos de Gómez Morin han fijado su atención en el estudiante, el funcionario, el abogado, el rector y el fundador de Acción Nacional, pero ese énfasis sugiere que una vez que dejó la presidencia nacional del partido en 1949 Gómez Morin hubiera pasado a un estado de retiro, lo cual, desde luego, no corresponde a la verdad.

¿Qué hizo Gómez Morin entre 1939 y 1972? Fue presidente del Comité Nacional Organizador en 1939; presidente nacional del partido de 1939 a 1949; consejero nacional de 1939 a 1972; miembro del Comité Ejecutivo Nacional 1939-1949, 1952-1956 y 1962-1968; miembro de la Comisión Redactora de la Proyección de los Principios de Doctrina del PAN en 1965; candidato a diputado federal por el II distrito de Chihuahua en 1946 y por el XVIII distrito del DF en 1958; colaborador editorial de la Revista La Nación, escribiendo principalmente sobre temas económicos y de política nacional, con su propio nombre o con el seudónimo de Manuel Castillo. Además colaboró estrechamente como asesor para la elaboración de las primeras iniciativas de ley presentadas por los diputados federales del PAN, redactó diagnósticos y propuestas en algunas plataformas políticas del partido, des tacando especialmente el diagnóstico de la plataforma de 1958, y publicó los libros Diez años de México y Seguridad social.

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