Gómez Morin presidente nacional
Un primer designio de Acción Nacional lo sitúa como una organización sustentada en principios, lo cual contrasta con otros partidos y organizaciones sometidas a la coyuntura política o a criterios personales, cuyos ejemplos –el PRI y sus ciclos pendulares o la emergencia de caudillos desde los sonorenses hasta Cuauhtémoc Cárdenas, Roberto Madrazo o López Obrador- representaron el modelo de acción política más común en el México del Siglo XX. A lo largo de su historia el PAN se ha mantenido fiel a su Doctrina y ha demandado la definición de intenciones de sus adversarios políticos, como punto básico de partida para una interacción política plural, respetuosa, legítima, responsable, gobernable, seria y comprometida.
Gómez Morin lo explicaba en forma sencilla a los primeros panistas señalando al respecto: “¿Qué armas para esta lucha? Las únicas irresistibles: las ideas, los valores del alma. Ni tenemos otras, ni las hay mejores”.
De la mano del punto anterior, tenemos una institución destinada a proponer y hacer realidad plataformas, programas y políticas públicas, en un intento organizado por ejercitar el poder y hacer realidad desde el mismo una concepción determinada del Bien Común. En este caso, la trayectoria política del PAN rechaza las nociones patrimonial y utilitaria de la política, que terminan por convertir el ejercicio del poder en oportunidad de dominio sobre personas u organizaciones y no en obligación de generar bienes públicos, preconizando así el espíritu de servicio, la responsabilidad y honestidad en el servicio público y el arraigo de valores éticos en la política.
La firmeza del diseño original del partido llevó a Acción Nacional a convertirse en un instrumento de la sociedad. La presencia del PAN en las contiendas electorales se convirtió gradualmente en un medio indispensable para que los ciudadanos que militaban en sus filas o que simplemente tomaban la decisión de participar en la vida pública a través del mismo, enfrentaran al grupo en el poder y fueran capaces, según las circunstancias, de lograr algún tipo de rectificación en el desempeño de la autoridad o de dar por terminado su mandato por la vía electoral. Al cumplir con esta función, el PAN fue capaz de promover de manera efectiva la actividad cívico-política organizada y permanente, tanto de sus miembros como de toda la estructura social; siete décadas de participación electoral ininterrumpida dan prueba de lo anterior.
Un factor más que debe destacarse en esta descripción del PAN originario es el de la insistencia a lo largo de los años en que los medios de lucha deben ser congruentes con los fines buscados. Esto, además de sus profundas implicaciones éticas, impuso a la institución la obligación de ser una fuerza estructurada en cuadros electos de forma democrática y en directivas de carácter colegiado, con el claro propósito de ser ejemplo y demostrar en la práctica que la institucionalización de la democracia era posible, atribuyéndose así la autoridad moral para exigir democracia a quienes en múltiples ocasiones trataron de cerrar el camino democrático a los mexicanos.
Por ello entonces, Gómez Morin y los fundadores de Acción Nacional, así como quienes hemos continuado esta lucha hasta el presente hemos perseguido en todos estos años la instauración de un orden político cimentado en los siguientes postulados: a) la integración democrática de los poderes públicos; b) la división y equilibrio en el ejercicio del poder y c) la vigencia auténtica del sistema federal.
Gómez Morin sintetizaba todo esto en los mensajes que pronunciaba en las distintas asambleas, convenciones nacionales o interregionales, o en las giras o conferencias que emprendía constantemente como jefe nacional: “Nunca, pues, celebremos la llegada; cada día, todos los días, conmemoraremos y reiniciaremos la partida, y “seguiremos continuando”, abrazados a la fe que proclamamos, serenos en nuestra invencible esperanza, saludando alegres las caras amigas, gozándonos de las nuevas caras compañeras y deseando volver a caminar juntos con los que antes nos acompañaron y volverán a hacerlo…”.
Fue así que la primera acción política que desarrolló el partido, incluso desde antes de su fundación, fue la hacer proselitismo personal entre los mexicanos. El convencimiento individual de ciudadanos que pudieran afiliarse al partido tuvo lugar en múltiples formas: desde la persuasión racional del alma, movida por la alocución extraordinaria de algún dirigente, hasta la adhesión atropellada impregnada de sentimientos de enojo, hartazgo y desquite en contra de los gobernantes por su incapacidad de dar solución a los problemas del país. Por estas y otras vías el partido se nutrió de gente con la cual formó directivas locales, integró planillas de candidatos, convocó al empadronamiento, vigiló casillas, convocó a reuniones, desarrolló actividades en las plazas públicas, locales cerrados y domicilios particulares, primero y, después, en recintos legislativos, en salones de cabildo, en reuniones de trabajo, en foros académicos, así como en cualquier espacio público donde se requiriera la posición y la propuesta del PAN.
Y la cronología de la historia del partido describe que el primer presidente nacional acudía a diversos estados a impulsar la actividad del partido. En febrero de 1940, tan sólo por ejemplificar, Manuel Gómez Morin estuvo presente en Guadalajara, en Saltillo, en Monterrey y en Morelia, además de haber sufrido la represión y los atentados cuando le fue impedido encabezar una reunión en Tampico.
Fue con esta intensa actividad como el panismo de los primeros años se dedicó a extender su estructura nacional, mediante la organización del partido en organismos estatales, distritales y municipales. Con todo y su obviedad, es indispensable dejar asentado en un balance de la trayectoria política de Acción Nacional, el esfuerzo incansable para extender sus estructuras por todo el país y que ha resultado tan importante o más que la participación electoral constante debido a que, por regla general, la organización partidaria precede a realización de campañas.
Este trabajo no se veía como una carga imposible o como un sacrificio estéril. Gómez Morin subrayaba en 1949 la importancia del trabajo institucional y permanente del partido en los siguientes términos: “Esta lucha, obligatoria, no es una lucha de unos hombres contra otros hombres, ni siquiera de un partido contra otro partido: es una lucha de todos los ciudadanos, de todos los hombres y mujeres de México, contra un sistema que degrada la vida pública, que empobrece y debilita a México, que está en la raíz de todos los males que pesan sobre la patria”.
“Necesitamos nosotros, los ciudadanos, rescatar las instituciones jurídicas fundamentales. Darles vida con nuestra propia vida, llenarlas nuevamente de alma, separar a los que las tienen expropiadas y vacías, recordando que no las tienen así por su propia fuerza, sino porque antes nosotros mismos las dejamos sin contenido”.
Para el común de los analistas políticos nacionales y extranjeros, el punto más relevante de la trayectoria política del PAN ha sido su participación constante en elecciones federales, estatales, municipales y de cualquier otra índole, en la cual se concreta no sólo el desafío al régimen hegemónico, sino que se vuelve posible el ejercicio democrático del poder público por parte de nuestros militantes, tanto en funciones electorales como en cargos públicos de elección. A partir de los primeros triunfos municipales y distritales registrados bajo la presidencia nacional de Gómez Morin, de la apertura de espacios de representación proporcional en los congresos federal y locales, así como en los cabildos, hasta llegar hoy a la plena competitividad de los candidatos del PAN en todas las contiendas electorales, nacionales, estatales y municipales, el partido ha podido sumar experiencias legislativas y de gobierno, a partir del ejercicio de los funcionarios públicos que postula o invita a formar parte de los equipos de gobierno.
Pero los fundadores del partido sabían que el poder no era un fin en sí mismo, sino tan sólo un instrumento que debería usarse para el beneficio del pueblo: “En cuanto a llegar al poder, baste recordar cuantos lo han alcanzado para el mal o cuantos lo han tenido para no hacer nada. Lo importante no es el poder, sino aquello para lo cual debe servir el poder”.
Entre los momentos notables a destacar de la vida de Gómez Morin a partir de 1939 tenemos la respuesta al discurso del general Lázaro Cárdenas en 1940; su campaña electoral y su defensa en el Colegio Electoral de 1946; el relevo en el mando del Comité Ejecutivo Nacional del PAN en 1949; la campaña electoral de 1958; la serie de entrevistas que concedió a los esposos Wilkie en 1964-65 dadas a conocer en 1969; y su entrevista final, publicada en Excélsior en enero de 1970. En la campaña electoral de 1946, Gómez Morin efectuó una de esas campañas de las que hace tiempo ya no se ven en el partido. Financiado con sus propios recursos y con las generosas aportaciones de los panistas de Chihuahua, quienes aportaban en efectivo o en especie, que brindaban alojamiento y comida a la comitiva, que eran impulsados por un anhelo de esperanza. Gómez Morin recorrió el distrito comunidad por comunidad, casa por casa, haciendo visitas y reuniones domiciliarías, organizando mítines relámpago y convocando a asambleas ciudadanas, encaramados si bien les iba en vehículos propios convertidos en improvisados templetes, y bajo el permanente acoso de los agentes del régimen dedicados a obstaculizar o impedir la campaña panista.
Eran esas campañas donde los propios simpatizantes repartían los volantes, pintaban las bardas con la técnica del clavo y la hilaza como compás para dibujar el escudo dejando que el de mejor pulso trazara a mano las consignas: “Democracia, libertad de educación, respeto a la voluntad ciudadana, freno a la miseria y al abuso; un voto por el PAN es un voto por México”.
Y Gómez Morin vivió en carne propia el fraude electoral. A pesar de todo el listado de atropellos y dificultades para realizar la campaña y de la consigna en su contra, obtuvo una clara mayoría de votos en las actas recuperadas por los representantes panistas. Vino entonces la ominosa labor del Colegio Electoral que pareció encontrar el pretexto perfecto tratando de anular la fórmula panista alegando que Gómez Morin era extranjero. El discurso de Gómez Morin ante el Colegio Electoral evidenció el choque entre el anhelo democrático y el autoritarismo torpe y atrasado que se hizo del poder. Los agentes del sistema no tenían la dimensión para confrontar al hombre que ejemplificaba la lucha por la liberación de México:
“Amor a la política, mi infortunado amor a la política, decía el señor licenciado Santoyo. No señor licenciado Santoyo, aseguro a usted que no es amor a la política, es amor a México. Es amor a México donde mis hijos tendrán que vivir con los hijos de ustedes si los tienen, así lo espero, con todos los jóvenes mexicanos que están ansiosos de que les demos una vida democrática, abundante, limpia, libre. Si estoy aquí, si desde hace siete años he considerado mi deber intervenir en la política es exclusivamente por eso, porque creo que la política es una obligación; porque creo que nadie debe desertar del deber político; porque creo que sólo se pondrá a México en el camino de su salvación cuando todos entiendan la política como un deber sagrado de servicio y de limpieza…
“No quiero conservar nada que no merezca ser conservado. ¡Y desgraciadamente hay tantas cosas en México: la miseria, la ignorancia, la opresión, la falsedad, la mentira, la mordida, que no merecen ser conservadas!... ¡No soy conservador! No lo puedo admitir jamás. Soy, y eso me ha impulsado a entrar en la vida pública de mi país, un ardiente revolucionario de verdad, revolucionario de todo lo actual que es indebido y que debe desaparecer de México. Conservador de los valores sustanciales en los que se basan nuestro valer y nuestra dignidad…”
Y después de explicar todas las irregularidades cometidas en la elección del II distrito de Chihuahua, la abulia y la interrupción del coro de priístas le permitió a Gómez Morin rematar su intervención: Dice el Diario de los Debates: (Se interrumpe al orador, ruidos, siseos, desorden, gritos ¡estamos cansados!) Y pregunta Gómez Morin: “¿Está muy cansado el señor diputado? (Una voz, ¡Sí, estoy cansado!) ¡Viera usted qué cansado está el pueblo de México!”
Una vez terminada la intervención, la forma menos ominosa que encontraron los levanta dedos del régimen para impedir el triunfo de Gómez Morin fue simplemente anular la elección en el distrito, sin que hubiera otras razones para ello que los atropellos cometidos por ellos mismos, con lo cual se evitó que Gómez Morin llegara por voluntad del pueblo a ejercer el cargo de diputado federal.
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