Abel Vicencio Tovar |
SEÑOR PRESIDENTE, SEÑORAS Y SEÑORES LEGISLADORES: EN OCASIÓN DE ESTE INFORME, SE MARCA UNA DIFERENCIA ENTRE UN PROCESO QUE SE SUPONE TERMINÓ AYER Y UN PROCESO QUE SE INICIA AL DÍA DE HOY.
¿Por qué nuevamente reforma electoral? ¿Por qué cuando nos angustia el hambre del pueblo, la mala distribución de la riqueza, la descapitalización, el desastre de la educación en todos los niveles, hasta en la Universidad, la falta de vivienda, el deterioro de los servicios? ¿Por qué cuando hablamos de esto, de manera natural vamos llegando al tema tantas veces debatido como es el de una reforma política anhelada por el pueblo?
Porque el pueblo, señores, aun sin haber estudiado política, porque el pueblo aun sin ser dirigente u orador de partidos políticos de ayer o de ahora, sabe perfectamente que el meollo de la solución de todos sus problemas, está en una auténtica representación de éste en los órganos de gobierno.
Que se olvide quien olvidando esto pretenda resolver el problema del trabajo; que se olvide, y la historia lo demuestra, quien olvidando el problema político pretenda resolver el angustioso problema del campo, que es ya problema de hambre presente y de hambruna futura; que se olvide quien pretenda resolver el problema educativo y todos los problemas sociales, si no toca básicamente el problema político, el pueblo con representación plena y auténtica en el gobierno.
Se habló de reforma electoral: ¡Cuántas expectativas señores! ¡Pobre pueblo! ¡Cuántas esperanzas abiertas, cuántos, diría, corazones latieron de inteligencias se aguzaron para recibir lo que después de una promesa en la cúspide, parecía ser el parteaguas de esta nación! Fueron demasiadas las expectativas que se generaron y no era para tanto, después de todo.
¿Y de qué se trataba? De cumplir una palabra, de establecer la estructura de toda una organización política novedosa sobre la base de la confianza en un hombre, una confianza que sólo se justificó parcialmente.
Por nuestra parte, el Partido Acción Nacional, con clara visión de la realidad política que vivimos, con esa claridad que nos ha permitido recorrer 50 años de ascenso constante en la votación y en la presencia pública, con clara conciencia de lo que somos en este momento en la historia de México, recorrimos un camino que fue ciertamente un camino de riesgos, pero también un camino de esperanza. Somos conscientes, hemos seguido racional y conscientemente una política gradualista, pero firme, sin retrocesos, con clara idea de lo que nos esperaba en cada nuevo recodo del camino y la historia muestra que nunca estuvimos equivocados, como no lo estamos en este momento.
Para los desesperados podríamos decir: la democracia, señores, no se hace en un simple período de sesiones; la democracia se va construyendo poco a poco, día a día y así se llenen papeles y se multipliquen la palabras oratorias para declamar sobre la democracia, si ésta no es una decisión prendida en el corazón, en lo más íntimo de cada mexicano, la democracia solamente será declamación vacía y sin contenido.
Es necesario que ante la representación nacional reafirmemos nuestra posición política. Nosotros, primero, reafirmamos ante la historia nuestra posición, y estoy hablando claro de ella, por encima de la maledicencia, por encima de irresponsabilidades, por encima de desaciertos cometidos por una prisa que no se finca en la experiencia. Nosotros reafirmamos nuestra decisión de seguir viendo hacia adelante, con claridad y con firmeza; nosotros reafirmamos nuestra convicción profunda de que el poder señores, o sea la capacidad de obligar a otros a realizar la propia voluntad, no se cede, hay que conquistarlo.
El poder no se cede por una reforma, ni el partido ni las fuerzas del poder, como algunos quisieran, van a colocarlo a los pies del adversario con unas cuantas páginas reformadas de la Constitución. El pretender eso, señores, es infantilismo puro y simple. ¿Por qué a pesar de tener esa convicción, de que no van a ceder el poder, por qué a pesar de eso caminamos ese camino de riesgo y ese camino de esperanza? Porque estamos plenamente convencidos que al hacerlo en cumplimiento de nuestro deber, vamos fortaleciendo la capacidad de organización del pueblo y su posibilidad de presentarse más firmemente frente al adversario de la oligarquía. Por esa razón seguimos hacia adelante.
Pero reafirmamos también nuestra convicción una visión de nuestra realidad política.
La política de todo o nada ha deambulado en la historia de fracaso en fracaso, la política del todo o nada es más bien una posición de adversario simbólico que muchas veces se encuentra en la impotencia para realizar sus posiciones, una cobija a la irresponsabilidad o al temor de enfrentar lo que es la verdadera realidad.
Porque la realidad, señores, no es aquélla que nuestros textos declaman; la realidad es la que vivimos y no tenemos más lugar de confrontar nuestra lucha de este México de hoy, de estos mexicanos de hoy, con este gobierno de hoy, y no otros. Solamente teniendo clara conciencia del campo de nuestra propia lucha, podremos tener la responsabilidad y la suficiente autoridad moral e histórica para decir: el todo o nada es el fracaso permanente de este país.
No estamos viviendo aquí, en un país de utopía, señores; estamos viviendo en México y es preferible, como lo hemos dicho mil veces, enfrentarnos al hampón electoral en las casillas o debatir con los funcionarios elegantes en las oficinas públicas, sabiendo cuáles son nuestras posibilidades y qué cosa es lo que estamos arrancando de libertad para el pueblo, que declamar una posición absoluta y cerrada que solamente conduce a la nada, a la nada histórica.
Por eso tengo que afirmar nuevamente que tenemos confianza en el diálogo, porque el diálogo es fructífero, porque el diálogo es cambio de inteligencias, porque el diálogo es lucha entre hombres con cultura, entre hombres civilizados, entre hombres que pueden representar al pueblo.
Pero sabemos también y perfectamente, que los argumentos de más peso del diálogo que se esgriman no tienen más realidad que el peso de la posición política de un grupo o de una persona. Sabemos perfectamente que aun convenciendo con la inteligencia, el diálogo no puede avanzar en el cambio de las estructuras políticas, si no cuenta atrás con una organización partidista eficaz y con una capacidad de movilización popular eficiente. Por eso acudimos al diálogo, y por eso el Partido Acción Nacional avanzó con el diálogo.
Porque conocemos esta realidad, porque conocemos este México, este gobierno y este clima, a pesar de todo, debemos mantener en el futuro próximo una sana desconfianza. ¿Por qué? Porque los mismos funcionarios que ahora nos atienden, porque la misma estructura de gobierno y las mismas personas que lo ocupan son de la misma estirpe política de siempre (Aplausos).
No podemos olvidar, señores, que ésta, llamémosle estirpe gobernante de nuestro tiempo, es la misma estirpe que arrebató el triunfo del pueblo en el caso de Almazán; no podemos olvidar que este gobierno es de la misma estirpe que masacró ciudadanos en León hace muchos años; no podemos olvidar que este gobierno es de la misma estirpe que arrebató al pueblo el triunfo en Baja California, que arrinconó, que persiguió a sus líderes, y yo personalmente tenía que irlos a visitar del otro lado de la frontera, porque aquí eran perseguidos, masacrados, matados de hambre, privados de todos sus derechos, y es la misma estirpe.
No puedo olvidar que este gobierno es de la misma estirpe del que arrebató su triunfo al pueblo de Yucatán, llenándolo de indignación; no puedo olvidar que este gobierno es de la misma estirpe del que arrebató su triunfo al pueblo de Sonora y al pueblo de Nuevo León; no puedo olvidar, señores, que este gobierno es de la misma estirpe que presidió el drama de Tlatelolco. Eso no se puede olvidar (Aplausos).
En nuestro tiempo es el mismo gobierno que arrebató a cientos de miles de michoacanos su triunfo en ese estado, (aplausos) y es la misma estirpe la que en estos momentos provocando una increíble o indefinible posición de ruptura entre lo que se dice y lo que se hace, en Sinaloa, se roban las elecciones en Culiacán y se quieren robar las elecciones en Mazatlán.
Vean ustedes los argumentos de las autoridades electorales: estas urnas sí valen, las trajeron los presidentes del Partido Revolucionario Institucional y no nada más los empleados de la Secretaría de Agricultura. ¿Qué andaban haciendo? Recogiendo urnas, estas sí valen, esta votación del 109 ó 120, ó 130 por ciento del padrón, si vale. Ganó el Partido Revolucionario Institucional. Ganó en la zona rural dicen: ahí nosotros ganamos, tenemos muchos partidarios, pues han de ser muchos, puesto que son más de 100 por ciento de los votantes. ¡Oh magia de la ciudadanía!
A pesar de todo, tenemos que reconocer que hay signos de cambio. El día de hoy, Ernesto Ruffo toma posesión como gobernador de la Baja California, caso inédito. El pluralismo es bueno siempre.
Caso inédito en la historia de la oposición en México, yo pienso, el pueblo puede pensar que éste es un caso en que la inteligencia del diálogo y de la concertación política supera a la obcecada posición de fracción cerrada, estéril, ciega, impotente para conocer más allá de las narices del que tiene el poder.
Yo pienso que es de reconocerse, y lo reconocemos sin ambages, yo pienso que se abre una oportunidad magnífica en la que gobierno federal y gobierno local probarán o dejarán de probar para la posteridad en esta nación, la posibilidad tantas veces declamada de que es posible que la oposición conviva con el grupo dominante en el poder y para el servicio del pueblo.
No hay duda, señores, en el centro de la crisis económica, social y de todo orden está la crisis electoral, como en el centro de una tormenta. Hay tantas incógnitas aún alrededor de este gran tema, que sería muy conveniente que autoridades federales como el señor Secretario de Gobernación, pudiera participar en un diálogo con la representación nacional, para que ésta tuviera con claridad los conceptos de lo que ha sido esta reforma, que hasta ahora sólo se ha conocido por las notas de los periódicos.
Alas y plomo, dijo alguna vez nuestro fundador, alas porque el hombre pegado a la tierra tiene que tener capacidad de elevación como el ave para los ideales, para los más altos objetivos, para el bien del pueblo, para saciar su hambre, para darle justicia, arriba, cada vez más arriba el ideal y la esperanza. Pero plomo, plomo que nos permita seguir pegados a la tierra, esta tierra en la que vivimos, donde hemos sido despojados de triunfos, donde cuantas veces se burlan de la autoridad, pero más que eso cuantas veces los agentes de la autoridad se burlan y masacran al pueblo.
Este es el México que vivimos, y que no digan que es necesario separar conceptos.
El que vuela muy alto no puede dejar caer el plomo que lo fije a la tierra, y ¡hay de aquél que fijo a la tierra no pueda batir sus alas para expresarse y para lanzarse muy alto en el ideal y en el objetivo.
La democracia, señores legisladores, es algo que se construye todos los días, como a patria, como la casa de nuestros padres, que todos los días estamos edificando (Aplausos).
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