Abel Vicencio Tovar |
SEÑOR PRESIDENTE,
SEÑORAS Y SEÑORES LEGISLADORES,
SEÑORAS Y SEÑORES
Con razón se ha limitado el tiempo de estas intervenciones. Y digo con razón señores, porque el tiempo mismo, como oportunidad para el mundo y para este país, es limitado.
Las oportunidades no se multiplican ni se rehacen, en estos días al término del ejercicio legislativo, escucharemos el informe del Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos. Muy probable es que se volverá a hablar del futuro, y de aquello que se desea, que se tiene enfrente, que se encuentra en un lugar al que se quiere llegar.
Pero en México, durante muchos años, hemos cometido el error de ligar el futuro con los compromisos del presente y de usar para nuestra proyección para el futuro, la contaminación de las realidades y de los fracasos del presente. Palabras, se podrán decir muchas pero es difícil que los hechos sean siempre una coincidencia directa de las palabras presidenciales, según la experiencia que se ha tenido en este país. Se han usado muchos estereotipos, estereotipos que se fijan en el presente y se proyecta, aunque no queramos, hacia el futuro.
La revolución, por ejemplo, con el respeto que a todos nos merece, este movimiento histórico que da paso a la modernidad, pero ya es tiempo que levantemos la vista y nos digamos qué queremos decir con “revolución”, porque, señores, una revolución que después de 80 años requiere ser reiteradamente nombrada como recurso desesperado para poder subsistir, o fracasó rotundamente o cambió sus objetivo, tal vez traicionando los originales, esto tenemos que acabarlo.
Se hablará ciertamente de modernidad, pero aquí hay una alternativa: ¿Se hablará de modernidad simplemente para disfrazar el presente o con el propósito de comprometer al futuro? Esto queda en el ámbito de una intención que es difícil juzgar. Por otro lado señores, en este país, de presidencialismo muy eficaz y muy determinante, el informe, en términos generales, creo que ya lo conoce el pueblo de México, porque aquí como en todas partes, lo que habla fundamentalmente, son los hechos.
Las palabras, aún con las mejores intenciones están muy comprometidas con la retórica y con el ceremonial que en estas ocasiones tiene que cumplirse. Yo digo que en muchos aspectos ya no sería necesario esperar el informe, porque ya está dado. Por ejemplo, en este país no hay más poder eficaz que el Poder Ejecutivo, desde las decisiones que deben tomarse en las dependencias del Ejecutivo, para que los diputados simplemente formalicen lo que ya se acordó, hasta la pequeñez, la injuria, la falta de atención con que los jefes de la policía y el ejército han tratado a los diputados, que simplemente han querido llegar a este lugar para tratar de cumplir su función.
Una reforma electoral que se puede levantar frente al mundo con elementos interesantes, con nuevas combinaciones de instituciones que antes, tal vez, no existían en este país, una reforma electoral que parece estar simplemente bien escrita. En Coahuila, por ejemplo, nuevamente miles de ciudadanos coahuilenses no pudieron ejercitar su derecho porque por lo menos había dos padrones, el padrón que los partidos políticos querían seguir y el padrón que tenían los funcionarios encargados, no de administrar, sino de dirigir la elección.
Con los antecedentes que tenemos ¿Qué podemos esperar en ese Estado de México, tierra de misiones, en cuanto a la presencia de caciques que siguen dominando la vida política de ese lugar, tan cercano al DF? El informe está dado, serán muchas palabras:
“hay que cuidar los recursos naturales”, y en Jalisco, el Lago de Chapala se seca y no hay recursos humanos, materiales, ni de la inteligencia, ni de la intención para salvarlo.
El recurso del campo, y se habló también con los hechos aunque el informe se pronuncia en otras formas, la miseria que sigue acosando a los cientos de miles de ejidatarios y la agresión que están sufriendo todos aquellos que son o constituyen la parte, ciertamente productiva, del campo, es una realidad. El precio de los productos agrícolas tiene que acomodarse a los precios de los productos internacionales, de los mercados internacionales, y la inflación que eleva el costo de los productos y los insumos para la producción.
Esa conflictiva situación no está resuelta.
El informe, yo creo que está dado. Estuvo ciertamente presente el Ejecutivo en la Reforma Electoral en la que el gobierno se asegura nuevamente no solamente la presencia, sino la decisión fundamental de las elecciones. En cualquier parte por ejemplo, se me ocurre en este momento, se vería muy mal condicionar el voto a la militancia a algún partido político, pues aquí no se quiso considerar como una falta grave ese condicionar. Es decir, si tú militas en un partido político, está comprometido tu voto de antemano.
El informe ya está dado. Una reforma bancaria era indispensable. El capital se necesita.
Todos lo entendemos, pero se requería un poco más de sensibilidad y compromiso, y no solamente con los grandes centros financieros internacionales, sino con el nacionalismo de México que exige más garantías en el manejo de un aspecto tan importante de las finanzas, como es la Banca, que ahora vuelve a quienes originalmente la erigieron.
El informe está dado. El año que entra, señores, llegaremos a la cúspide de este ciclo sexenal de la esperanza, ese ciclo que se reitera y que tantas veces deja frustraciones. Muchos piensan lo que no se intente este y tal vez el nuevo año, difícil será que se convierta en estructura de gobierno. El tiempo se acaba.
¿Qué se ha logrado durante 80 años de gobierno revolucionario?
Ni lo pienso, no tengo tiempo señores siquiera para intentarlo pero simplemente, cuando en 1929 se erige con el sistema de partido gobierno, el Estado contemporáneo mexicano, hubo dos sectores especialmente privilegiados que al mismo tiempo se erigieron en base de sustentación de Estado Mexicano: las gentes del poder, la alta, la dorada, la verdadera burocracia, la que manda. Por otro lado, los dueños del dinero y... después de todos estos años, y después de hablar y “proteger” a los campesinos, obreros, los militares en su lugar sagazmente, ocupando su sitio sin decir mucho, si alguno buscara, nuevamente como en 1929, la sustentación del Estado Mexicano, se encontrarían con dos sectores: la alta burocracia con el poder político y los dueños del dinero con el poder económico que siguen siendo las bases de sustentación del Estado Mexicano.
No hay tiempo para más, señores, yo diría que estamos ante la oportunidad, que se nos acaba, de pluralizar para siempre, las bases de sustentación de este Estado: de recordar que el Estado Moderno no es otra cosa, más que la organización política y jurídica de una nación que hinca muy profundamente sus raíces en la tierra mexicana por ser plural, rica y maravillosamente constructiva ¡cuantas fuerzas podrían liberarse cuando la organización del Estado correspondiera a la pluralidad profunda de la nación que la nutre! Eso es lo que tenemos que hacer. Si durante mucho tiempo, y eso lo veremos dentro de unos momentos a partir del informe presidencial, no se ha logrado aceptar la pluralidad de una nación, tan querida para nosotros, porque formamos parte de ella, con el Estado Mexicano, ya es tiempo de hacerlo, ya es tiempo de decir, como algún líder de la democracia que resurgió en la Europa del Este: “esta historia que se había detenido, vuelve a marchar”.
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