Efrain Gonzales Morfin |
Testimonio y práctica
Para realizar el fin propio de Acción Nacional como partido político en la situación real de México se requiere también el testimonio y la práctica convincente de los valores éticos en la vida interna y externa de Acción Nacional. Tenemos la grave obligación de hacer creíbles ante los demás nuestras exigencias de justicia y de democracia y nuestras críticas a la injusticia y a la oligarquía. Este es el eje de la vida de Acción Nacional. La exigencia de promover en forma creíble los valores morales en la vida política se funda, en primer lugar, en la naturaleza misma de la organización del Estado. En contra de diversas actitudes inmoralistas o cínicas, la aportación de Acción Nacional en esta materia ha sido la insistencia constante en el carácter moral de la actividad política. Desde el principio, el partido ha sostenido la necesidad de que la política de gobernantes y gobernados sea cuestión inquietante de conciencia moral y jurídica. Sin esta condición, la política se reduce a simple pragmatismo oportunista regulado por el éxito o a un juego de fuerza, ganado por quien dispone de mayores elementos de dominio. La contribución de Acción Nacional al esfuerzo de subordinación de la política a la moral es decisiva y, desde luego, significa un reto doblemente obligatorio para los miembros del partido. No tiene justificación el médico que se niega a curarse a sí mismo.
La situación de Acción Nacional en la realidad mexicana refuerza la urgencia del testimonio y de la práctica creíble de los valores éticos en la vida política. La misma falta de acceso respetado al poder político, en contra de la voluntad de los electores mexicanos, hace resaltar la obligación de mantenernos inconmovibles en defensa de los valores morales en que se basa el bien común. Sólo de esta manera puede soportarse y superarse la larga etapa de fraude electoral y de opresión política que pesa sobre el Partido y el pueblo de México. Sin negar la influencia que en la historia y en los cambios sociales corresponde a los factores de índole material, tenemos la profunda convicción de la fuerza de las convicciones morales, arriesgadas en la conciencia de un número creciente de mexicanos. Para nosotros no se trata de negar la complejidad de los factores que producen los cambios históricos. Simplemente queremos reconocer lo que a cada factor corresponde en la situación concreta de nuestra patria. Afortunadamente, las mismas dificultades del monopolio político corroboran la importancia insubstituible de los valores éticos en el esfuerzo de Acción Nacional.
Valores interiores
Por elemental sentido de congruencia es evidente que la obligación de promover los valores de conciencia moral debe cumplirse ante todo dentro de la organización de Acción Nacional. Las relaciones internas entre las diversas instancias de autoridad en el partido y entre los miembros del mismo rango tienen valor positivo en la situación mexicana cuando son manifestaciones de los valores éticos en que se funda el partido. No tendría sentido practicar dentro los comportamientos negativos que criticamos en los de fuera. Por eso una contribución valiosa de Acción Nacional a la formación democrática de nuestra patria consiste en el cumplimiento de los estatutos de la organización como encuadramiento de nuestra actividad política. En cualquier esfuerzo de cambio social son determinantes las relaciones entre las personas que se dedican a promover el cambio. No hay manera de suplir los valores humanos de comunicación, confianza y respeto entre los miembros de Acción Nacional. Si tales valores no tienen vigencia interna en nuestro partido, se comprobaría con eso la imposibilidad de realizarlos en la vida de la nación o nuestra hipocresía al proponer al pueblo un modelo de relaciones humanas que nosotros somos los primeros en repudiar. Acción Nacional se mantiene en pie o cae con el respeto a los valores éticos en las relaciones de convivencia.
Economía y sociedad
Consecuencia ineludible del carácter ético de la acción política, es la subordinación de la actividad política a la solución de los problemas socioeconómicos. La jerarquía correcta de subordinación en los comportamientos exige que la política, por ser actividad moral, tenga por objeto el mejoramiento de las condiciones de vida de los seres humanos. La política por la política, el poder por el poder o la autoridad para la ventaja personal no es más que la manifestación de una profunda perversidad en la vida social. Se puede y se debe buscar el poder para ponerlo al servicio de la lucha contra la injusticia en sus manifestaciones múltiples. Si la política pierde entre nosotros su carácter de instrumento para humanizar un mundo inhumano, no vale la pena participar en la actividad política del partido o del puesto público. Por lo demás, a esta razón que se funda en la esencia misma de la política como servicialidad organizada se añade la situación del momento presente, en la que el debate radical y tajante de las ideas y de las conductas se refiere a la capacidad de superar las injusticias de la sociedad y a la búsqueda de formas teóricas y prácticas que puedan realizar ese fin. Debemos ver con lucidez el riesgo inherente a la modalidad mexicana de gobierno oligárquico. La constante referencia hipócrita al sufragio efectivo y a la no reelección, que en la práctica choca con la realidad del fraude electoral y la constante reelección del grupo oligárquico, puede alejar en las conciencias el sentido de la problemática socioeconómica.
Repugnante condensación
Es malo en sí el fraude electoral, porque es violación de derechos humanos fundamentales que, por el hecho mismo de la maniobra antidemocrática, quedan desprovistos de medios eficaces para subordinar el poder político a la solución de los problemas económicos y sociales. El ladrón de votos es una condensación repugnante de robos múltiples, porque con su acto antidemocrático elimina también las posibilidades de planteamiento y solución honrada de todos los demás problemas de México. En la difusión de la doctrina y en la actividad electoral de Acción Nacional hay que señalar siempre el nexo esencial que liga lo político, con lo social y lo económico. De otra manera, podría crearse la falsa impresión de que la política se reduce a un simple juego numérico entre contrincantes que apetecen el poder, sin relación alguna con la injusta distribución del ingreso, la injusta distribución del poder de decisión, la desigualdad de las oportunidades educativas, el desequilibrio sectorial en contra de los campesinos y todos los demás problemas sociales y económicos de nuestra patria. En el camino estrecho de la defensa electoral de los derechos populares, puede y debe ayudar la motivación socieconómica del esfuerzo de Acción Nacional, al mostrarnos el efecto multiplicador, para bien o para mal, del poder político frente a los problemas nacionales. No debería bastar el simple rechazo del fraude electoral para identificar a una persona como partidaria de Acción Nacional. Tendría que tomarse en cuenta la posición personal frente a los problemas sociales y económicos de México. Con esto se señala un amplio campo de estudio, definición e intercambio de opiniones entre todas las personas de buena voluntad, dentro y fuera de Acción Nacional.
Fuentes propias
Si el esfuerzo de los miembros de Acción Nacional mantiene al partido en contacto constante con las fuentes de su pensamiento y de su espíritu, nuestra organización no tiene por qué sucumbir ante el peligro de la relativa abundancia de medios y el desvanecimiento o menosprecio de los fines. Los diversos aspectos negativos de la realidad nacional, que inevitablemente gravitan sobre el partido, deben promover la cohesión interna de los entendimientos y de los corazones, que tenderán a manifestarse en la conducta. Como partido político, Acción Nacional tiene funciones propias, matizadas por las circunstancias mexicanas. La formación de las conciencias, el encuadramiento de las personas en la organización, la actividad política diversa, tienen que tomar en cuenta el hecho de que Acción Nacional es un partido político y es un partido político mexicano, en la ardua etapa de cimentación de la democracia económica y política desde sus aspectos rudimentarios. El fin del partido no puede reducirse a la siempre búsqueda del poder, con menoscabo de los factores que le dan sentido a esa búsqueda y la integran en una concepción doctrinal y programática. No hay razón para contraponer entre sí los diversos aspectos de Acción Nacional. Si pensamos en México y no en nuestras limitaciones personales, no tiene por qué oponerse la actividad al pensamiento, ni los principios básicos de la doctrina han de ser enemigos de los programas concretos. No hay razón para creer que seremos eficaces en la medida en que compartamos equivocadamente la indiferencia ética de otras posiciones políticas. Respondamos al desafío histórico que nuestra patria presenta a Acción Nacional si somos capaces de mantener nuestra fisonomía propia, sin perder el alma por ganar aparentemente ventajas políticas devaluadas. Debe haber reservas humanas abundantes en Acción Nacional para afrontar los problemas normales internos y los que nos plantea la situación del mundo en que vivimos.
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