Efrain Gonzales Morfin |
Amigos y Compañeros de Acción Nacional, compañeros de esfuerzo político en Tehuacan.
Esta asamblea democrática en la que nuestro partido cambia, mediante libre decisión, su dirigente distrital es una oportunidad inmejorable para meditar con claridad y sencillez en los principios y en los valores fundamentales que le dan vida a Acción Nacional. Están ustedes aquí como una manifestación libre de preocupación por su patria, por su estado y por su distrito, y creo que todos juntos podemos y debemos hacernos unas cuantas preguntas fundamentales: primero ¿qué es lo que México necesita en el momento actual con urgencia insistente?, segundo, ¿cómo puede responder Acción Nacional a las exigencias de México? y, tercero, ¿qué nos muestra esta asamblea frente a las dos preguntas anteriores?
Vivir en la verdad
Pensemos un poco en la primera pregunta: ¿qué necesita México con urgencia insistente en el momento actual? Nuestra patria tiene una serie muy grande de carencias materiales y de exigencias no respetadas.
México es la patria en la que el pueblo no logra todavía ser tratado siempre y en todas partes como un conjunto de personas humanas, con derechos con dignidad, con anhelos que deben realizarse en la vida común; para muchos de nuestros compatriotas, el hecho de ser mexicano, su pertenencia a la Nación, es oportunidad desafortunada de sufrimiento de humillación, de engaño y de miseria; son muchos los compatriotas nuestros que todavía no descubren en el rostro de México los rasgos afectuosos y tiernos que una patria debe tener para con sus hijos; son muchos los mexicanos que siguen padeciendo las consecuencias de esta pugna trágica entre el gobierno y el pueblo, entre la política y la vida real de los ciudadanos, por falta de democracia, de justicia social, de honradez, de aptitud en los gobernantes.
En este panorama, creo que México necesita, ante todo, en primer lugar, vivir en la verdad, salir de la mentira en que quieren tenerlo sumido el gobierno y su partido oficial. Ninguna persona puede vivir mintiéndose a sí misma y mintiendo a los demás; todos necesitamos conocer con seguridad lo que somos, lo que podemos y lo que queremos, tener conciencia de nuestras cualidades y de nuestro defectos, de nuestros aciertos y de nuestras deficiencias; necesitamos de la verdad como del aire que respiramos, del alimento que tomamos y del agua que bebemos, y por eso es tan grave la situación de nuestra patria, cuando constantemente se nos repiten mentiras enteras y verdades a medias.
Cuántas veces en los medios de comunicación –radio, cine, prensa, TV- no se nos dice la verdad que necesitamos saber acerca de nuestra patria, porque los mexicanos que trabajan en esos medios están sujetos muchas veces a presiones ilegítimas por parte del gobierno y, de esa manera, se nos dice por ejemplo en este sexenio, al comenzar el nuevo gobierno, que ya no va a pedir prestado el gobierno en el exterior, para luego, un año antes de terminar el sexenio, tratar de convencernos de que nos conviene pedir prestado porque nuestro crédito es muy bueno ante el mundo, y la deuda exterior de México es ahora mucho más grande que al comenzar el sexenio y relativamente mucho más pesada que la que contrajo Díaz Ordaz.
Resolvemos problemas en palabras de locutor, en encabezados de de periódicos y en pantallas de cine y de noticiario, pero la vida real de México, la vida que ustedes viven y que ustedes conocen contradice la mentira organizada de la vida pública. Necesitamos urgentemente de la verdad para conocer la situación real de nuestra patria, para acabar con las apariencias mentirosas en el exterior que tratan de dar fechada democrática a la dictadura interna y presentar como prosperidad y justicia social ante los extranjeros lo que en México es grave crisis, profundo retraso e injusticia sublevante.
Necesitamos acabar con esta doble vida tan deseducativa, esta gigantesca empresa de deseducación que es la vida pública en México para enseñar a mentir al niño y al joven mexicano que tiene y a fingir las que no tiene para acostumbrarlo a ser servil y adulador, para convencerlo de que más le vale ganar dinero a la mala que con trabajo honrado. La gran lección deseducativa, el gran mal ejemplo colectivo es la vida pública de nuestra patria. Allí se inicia la quiebra de las conciencias de muchos jóvenes compatriotas nuestros, allí se rompen muchas espinas dorsales y comienza la gente a agacharse de por vida, allí se pierde la honradez de gente buena y se matan las esperanzas de miles y miles de mexicanos, Contra esto tenemos que mantener la exigencia de verdad en nosotros mismos, en nuestro partido, en nuestra patria. Esta es la primera gran urgencia de México; verdad contra mentira, conocimiento auténtico de los problemas nacionales en contra del optimismo engañoso de la propaganda, señalamiento claro de las dificultades en vez de solución aparente de las mismas a base de engaño repetido.
Justicia-derecho
Una segunda exigencia nacional consecuencia de la primera, es la exigencia de justicia y de respeto al derecho. México es un país en el que, como decía una sabiduría muy antigua, “se bebe la injusticia como vaso de agua uno tras otro y con gran sed”, es el país de la injusticia sistemática que muchos consideran ya como maldición inevitable; es un país en el que la falta de respecto al derecho, sobre todo y naturalmente al derecho del pobre y del desvalido, se considera como algo normal en el ambiente en que vivimos. ¿Qué tiene de raro para muchos compatriotas nuestros ver que se aplasta en el suelo la cabeza del pobre sobre el polvo, si no tiene influencia ni padrino que lo proteja?, ¿y por qué muchos se han de asustarte que no tienen sentencias justas en la Secretaría de la Reforma Agraria y en los tribunales correspondientes, si no tienen con que comprarlas?, ¿por qué tanta que necesita humilde justicia de barandilla y en el juzgado de paz, tiene que reconocer día tras día que es víctima de injusticia, aparentemente sin remedio?
Creo que en México, como en cualquier otra sociedad humana, si vivimos juntos en una Nación organizada no es para destruirnos unos a otros; nadie debe asociarse con otros para quedar destruido y para degradarse en esa asociación y, sin embargo, para cuántos compatriotas nuestros el horizonte de su vida está perpetuamente nublado y oscuro, no sabe como se van a librar de la injusticia permanente antes de morirse.
Se necesita la justicia en las relaciones entre las personas, se necesita la justicia en los tribunales obligados a hacerla cuando las personas la violan en sus relaciones interpersonales, se necesita la justicia en los grandes actos políticos, de administración pública, que tienen por objeto, entre otras cosas, repartir con equidad la riqueza nacional y las cargas fiscales necesarias para mantener en marcha la economía de México. Se necesita justicia para nivelar las desigualdades, para que los bienes de este mundo cumplan en México su destino universal y no se concentren en unas cuantas manos, en muy pocas personas, en unos cuantos islotes de prosperidad y de riqueza en medio de un mar de miseria y de necesidades; se necesita justicia apoyando más al que más ayuda necesita, porque la única manera de ser realmente iguales es apoyar mas al que más ayuda requiere, orientar el gasto público a los sectores más necesitados de México que son los sectores campesinos y rurales y no tanto los urbanos e industriales o los de servicios; se necesita justicia en nuestros corazones para no retirarnos frente a la tarea de solidaridad y de sacrificio que pesa sobre cada uno de nosotros, si hemos de ayudar a la igualdad nacional de los compatriotas.
Si, por ejemplo, un gobierno honrado, a nivel federal, quisiera subsanar tantos errores e injusticias de administraciones pasadas, tendría que dar tratamiento preferente al campesinado mexicano de los sectores de atraso y de subsistencia, y decir claramente a los habitantes de la capital, de las grandes ciudades que la solidaridad nacional y la justicia social, el bien común, como exigencia de vida diaria, obligan apoyar a los que ahora más padecen, a los que durante muchos años han financiado nuestro nivel de vida en las ciudades con su hambre y su miseria en el campo.
Aptitud técnica.
Necesitamos justicia, y por esto también necesitamos capacidad en el gobierno, preparación y aptitud técnica que le permita cumplir bien con sus obligaciones. Hay como dos tenazas malditas que abrazan y desgarran al pueblo de México: la falta de justicia y de honradez, la falta de respeto al derecho, por un lado y la falta de aptitudes técnicas y de preparación, por otro. Y este abrazo mortal que el ladrón inepto, el impreparado sinvergüenza da al pueblo de México explica, trágicamente, nuestro problemas sin resolver, nuestras crisis artificialmente mantenidas, nuestras leyes no cumplidas, nuestros votos violados y nuestros derechos no respetados.
Necesitamos que en México los que recibieron de Dios –y todos la recibimos como dotación de nuestra naturaleza humana- y los que luego recibieron de sus familias y de las circunstancias sociales o de su esfuerzo personal la posibilidad de preparación intelectual y profesional, aprendan a ser serviciales con la inteligencia y serviciales con la profesión y los conocimientos. En México el estudio de una carrera, la preparación profesional de muchos no lleva aparejada consigo una obligación de servicio a los demás y a la patria, sino simplemente un título que equivale muchas veces a la oportunidad reconocida de ganar la mayor cantidad de dinero que se pueda sin preocuparse de los problemas de México. Nos urge la inteligencia servicial del estudiante modesto y dedicado, del profesionista preparado, del funcionario público que conoce su oficio.
Muchos, todos ya estamos hartos de los que alquilan su inteligencia para ponerla al servicio de la injusticia, de los profesionales de alquiler que ayudan a mal gobernar a México y a reforzar las situaciones indignas de la dignidad humana; debemos estar ya hartos de los pistoleros intelectuales que alquilan sus palabras o sus plumas para mentir en los medios de comunicación, para hacer sentencias injustas en los tribunales, para difundir mentiras en la opinión pública, en suma, para poner la degradación del entendimiento al servicio del retraso de nuestra patria.
Necesitamos aptitud, preparación técnica para servir a nuestra patria. De aquí la urgencia enorme de seguir luchando por resolver el problema educativo de México.
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