Aminadab Rafael Pérez Franco
Versión corregida de la conferencia pronunciada por el autor en el homenaje a Manuel Gómez Morin organizado por el Comité Directivo Estatal del PAN en Sinaloa 27 de febrero de 2009.
Esta noche podría detallar, por ejemplo, la gran cantidad de instituciones qué fundó o inspiró: El Partido Acción Nacional, el Banco de México, el corporativo original de la empresa Visa modelo de las grandes corporaciones empresariales del país, la Escuela Bancaria y Comercial, el Banco Nacional de Crédito Agrícola, la Editorial Jus y el Fondo de Cultura Económica, la Sociedad de Conferencias y Conciertos de la Escuela Nacional de Jurisprudencia.
Del mismo modo, pudiera mencionar a detalle las leyes que impulsó, como la Ley Orgánica del Banco de México, la del Banco Nacional de Crédito Agrícola, la legislación universitaria, o el haber inspirado o asesorado el conjunto de iniciativas de Ley que presentaron los primeros diputados federales del PAN en la XL Legislatura. O quizá también pudiera hacer el recuento de sus cargos y responsabilidades como subsecretario de Hacienda encargado del despacho, como miembro del Consejo de Administración del Banco de México, director de la Escuela Nacional de Jurisprudencia, rector de la UNAM o presidente fundador de Acción Nacional.
Incluso podría hacer un recuento de las tantas frases que nos legó como mensaje indeleble y que expresan el pensamiento congruente con el actuar de quien se rebela como un auténtico héroe civil.
Voy entonces a tratar de esbozar sólo algunos de los más importantes aspectos que conforman la biografía de este hombre extraordinario, abogado, asesor y consultor, funcionario público, profesor universitario y político de tiempo completo, cuyo ejemplo y enseñanzas lo trascienden y lo colocan como referente central de lo que Acción Nacional significa y pretende para México.
Gómez Morin el visionario de México
Hay tres momentos en la vida de Gómez Morin previas a la fundación del PAN que son fundamentales para comprender su personalidad: las reflexiones personales que definen su vocación política en la segunda mitad de los años veinte del siglo pasado, su papel como diseñador principal de las instituciones financieras del México posrevolucionario y su labor como rector de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Durante los años en que Gómez Morin estudió su carrera de derecho, destaca particularmente el que en 1916 participara en la formación de la Sociedad de Conferencias y Conciertos, cuyos integrantes fueron conocidos como “Los Siete Sabios de México”. Además de los promotores directos de la misma: Alberto Vázquez del Mercado y Antonio Castro Leal, participaron en ella Gómez Morin, Vicente Lombardo Toledano, Teófilo Olea y Leyva, Jesús Moreno Baca y Alfonso Caso.
Esta experiencia resultó determinante para que unos años después, en 1927, Gómez Morin escribiera su célebre ensayo denominado 1915 el cual dedica a aquellos a quienes considera Una Nueva Generación en México, entre los que se encontraban desde luego sus condiscípulos y también quienes participaron en El
Ateneo de la Juventud –José Vasconcelos, Antonio Caso, Alfonso Reyes, Ricardo Gómez Robelo, Enrique González Martínez, Saturnino Herrán, Ramón López Velarde y Pedro Henríquez Ureña entre los más prominentes-.
En dicho texto hace una invitación abierta a participar en el advenimiento de una nueva etapa en la historia de México; un advenimiento que todos esperaban pero que no podían concretar por mantenerse dispersos en sus distintas actividades; el reconocimiento de sí mismos como generación era lo que Gómez Morin les planteaba y lo que les permitiría emprender exitosamente una tarea común, cuyo elemento primordial y objetivo, orientador de la acción necesaria, era el hecho indudable del dolor humano que Gómez Morin expresaba así:
“El dolor de los hombres es la única cosa objetiva, clara, evidente, constante... Y no el dolor que viene de Dios, no el dolor que viene de una fuente inevitable, sino el dolor que unos hombres causamos a otros hombres, el dolor que originan nuestra voluntad o nuestra ineficacia para hacer una nueva y mejor organización de las cosas humanas. Todo lo demás es discutible e incierto.
“Pero no olvidemos que éste es nada más un criterio provisional y que el deberes saber en qué estriban los males que reclaman acción, y concretar en programas realizables el indeterminado anhelo común de mejoramiento... Para esto, fijemos el método elegido aunque sea también provisionalmente... No positivismo ni pragmatismo siquiera. Es posible otro camino: el de La Técnica... Técnica, que no quiere decir ciencia. Que la supone; pero a la vez la supera realizándola subordinada a un criterio moral, a un ideal humano... Técnica que no es tampoco positivismo; que conoce y postula otros valores para el conocimiento y para la vida y sabe la honda unidad que existe entre todas las manifestaciones del Espíritu... Dominio, por último, de los medios de acción. Pericia en el procedimiento que haya de seguirse para transformar los hechos según el tipo que proporcione el propósito perseguido.”
Este célebre ensayo concluye con una de esas frases que los panistas solemos repetir como expresión de la mística panista: “Y la recompensa menor que podemos esperar será el hondo placer de darnos la mano sin reservas”.
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